En las oficinas del Consulado de Guatemala en Montreal hay una obra de arte que ilustra el viaje de los trabajadores temporales extranjeros desde su tierra natal hasta Quebec. El artista detrás de la pintura es José Orlando Cajbon, un talentoso pintor que trabaja desde hace 14 años para una empresa en Saint-Michel.
Texto Marie-Anne Dayé
La realidad que describe en esta obra es la de miles de trabajadores agrícolas extranjeros que llegan cada año a Quebec para asegurar un futuro mejor a sus familias. Este viaje no está exento de sacrificios: implica pasar varios meses fuera de casa, mientras los hijos crecen.
José Orlando, de 44 años, lleva 14 años envasando papas para la misma empresa. Actualmente vive en una casa proporcionada por su empleador, que comparte con 14 compañeros guatemaltecos. Trabaja 8 horas al día, 5 días a la semana y, a veces, algunas horas los fines de semana.
Cuando está en Sumpango, Guatemala, su vida es muy diferente. Dedica su tiempo a su familia y a contar la cultura de su país a través de su arte. En el pasado, ha vendido varias obras a turistas europeos y estadounidenses, entre otros. “Nunca había viajado antes de venir a Quebec, pero mis cuadros sí”, dice. Sin embargo, los atentados del 11 de septiembre de 2001 afectaron al turismo y provocaron el cierre de varias galerías, señala. Pero eso no le impidió seguir expresándose a través del arte. La obra expuesta en el Consulado de Guatemala en Montreal fue creada en Saint-Rémi en 2012. “Quería que fuera algo muy personal sobre lo que vivimos aquí, sobre nuestros pensamientos”.
Cada escena representa un elemento del viaje de un trabajador guatemalteco: el viaje, la familia que queda atrás, la dura jornada de trabajo agrícola que realizan en Quebec, la comunicación a larga distancia, el orgullo de ver a sus hijos triunfar. En la parte inferior derecha se ve la iglesia de Saint-Rémi, que representa a la comunidad de acogida.
Fotografías facilitadas por José Orlando Cajbon.
Ojos que no ven, corazón que no siente
Lo que más le cuesta a José Orlando es estar lejos de sus seres queridos. Tiene cuatro hijas de 9, 10, 14 y 16 años. La mayor se graduará este año. “Desde mi punto de vista, me gustaría pasar más tiempo con mi familia, pero también quiero que mis hijas prosperen. Por eso sigo viniendo a Quebec”, dice, mencionando de pasada que el dinero ganado aquí permite a trabajadores como él mejorar gradualmente sus casas en Guatemala y pagar la educación de sus hijos.
Estar lejos de casa a veces significa perder a los seres queridos sin poder agarrarles la mano antes de partir. Por desgracia, esto es lo que le ocurrió a José Orlando hace cuatro años. Su mujer falleció en circunstancias extrañas, un día antes de que él regresara a Guatemala. “Todo iba bien, teníamos planes, íbamos a vernos al día siguiente, y un día ella ya no estaba, no me lo podía creer”, cuenta emocionado. También tuvo que despedirse de su padre a distancia en diciembre de 2022, cuando acababa de regresar a Saint-Rémi. Son grandes pruebas humanas por las que estos hombres deben pasar sin dejar de trabajar duro.
Si tiene la oportunidad – y el tiempo y el material – a José Orlando le gustaría seguir pintando. También le gustaría aprender francés, esta vez con más asiduidad, pero los recursos para hacerlo son limitados, dice. También aspira a obtener la residencia permanente para tener más oportunidades.